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viernes, 27 de julio de 2012

"A RAPA DAS BESTAS"


Ya en la Edad de Bronce los gallegos trataban de domesticar a las bestias. La existencia de manadas de caballos salvajes en las montañas da lugar a uno de los espectáculos más genuinos sobre un trabajo de campesinos y ganaderos que, cada primavera, se despliegan en los montes para, con gritos guerreros, obligar a los caballos a bajar a los valles. Es una ceremonia ancestral, descrita por el romano Estrabón hace dos mil años:
“Con cuernos y con gritos acosan a las bestias por los montes hasta lograr acorralarlas. Unas, las sacrifican para comerlas. Otras las doman y les sirven de montura para sus luchas guerreras ...”

Esta liturgia, que es tan antigua como Galicia, se repite cada año, y es conocida como “A Rapa das Bestas”. El rito consiste en marcar y "rapar" las crines de los caballos. Los caballos son pequeños y robustos, adaptados durante siglos a la supervivencia en unas montañas en las que la crudeza del invierno es su única compañía. En verano, por el contrario, los visitantes presencian con frecuencia un espectáculo conmovedor cuando a lo lejos descubren la silueta de caballos buscando la brisa refrescante sobre la cima del monte.
La "rapa" tiene lugar en el "curro", recinto donde se acorrala a las bestias. Los caballos salvajes se "esconden" en las montañas del centro y norte de Galicia, fundamentalmente. Allí, los más expertos ganaderos, los denominados “agarradores”, mantienen un forcejeo desmesurado con el caballo, al que acaban reduciendo, tras lo cual cortan sus crines y lo marcan. Los animales más jóvenes son puestos de nuevo en libertad, con los garañones y las potras.  
De madrugada, los mozos suben al monte dirigidos por el bestilleiro y van acorralando a los caballos. El rito empieza con a baixa: la operación de acoso, acorralamiento y conducción de las yeguadas que, en espectacular galopada, van descendiendo hasta llegar al curro . En éste se realiza la rapa das bestas. La operación de separarlas es un hervidero de hombres y bestias que pelean entre sí. Aquéllos, tratando de montarlas e inmovilizarlas, mientras que éstas se defienden revolviéndose, alzándose, coceando y relinchando.
Es un espectáculo de extraordinaria fuerza y vistosidad que, como ya se ha dicho, tiene lugar en los “curros”. Estos, a veces, constan de únicamente unas empalizadas o un cierre de tela metálica. En otras ocasiones se aprovecha una cañada del terreno. Los más modernos son de mampostería. El de Sabucedo (A Estrada, Pontevedra) se construyó en el siglo XVIII, adosado a la iglesia, con buenos sillares de piedra que sirven de asiento para los visitantes. Se celebra el primer fin de semana de julio y está declarado de Interés Turístico, al igual que el de Candaoso, en San Andrés de Boimente (Viveiro, Lugo).
 Posiblemente el de Sabucedo, en el Ayuntamiento de La Estrada, sea el “curro” más famoso de Galicia. Cuentan que algunos años han sido 900 los caballos marcados. En 1997 se inauguró el nuevo "curro" y se marcaron por primera vez algunos ejemplares con el hierro "Cabalo galego de monte", a los que la Consellería de Agricultura de la Xunta de Galicia realiza un seguimiento. También destaca el curro que se halla en una de las laderas del monte Galiñeiro (750 metros), zona de esparcimiento desde la que se divisa todo el Val Miñor y en la que se conservan varios petroglifos. Precisamente las marcas de los hierros con que se identifica a los caballos guardan semejanza con aquellos dibujos hechos por los ancestros en las rocas. En este mismo ayuntamiento tienen lugar también los curros de Galiñeiro y San Cipriano. 
En torno a la “Rapa das Bestas” se organiza una auténtica romería que lo convierte en una manifestación claramente festiva. Suele haber “rapa” en el mes de junio. Pero en julio y en agosto se reparten por diferentes aldeas y pueblos de Galicia. Todo un espectáculo para disfrutar de una de las tradiciones gallegas más ancestrales. http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=879

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