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lunes, 11 de junio de 2012

EDWARD HOPPER


Es uno de los pintores americanos más apreciados y conocidos, pero nunca había llegado la ocasión de mostrar su obra en todo su esplendor en Europa. Por eso, el Museo Thyssen, poseedor de la colección más importante de Edward Hopper fuera de Estados Unidos, anuncia con orgullo la exposición que, con más de 70 piezas, permitirá analizar la evolución del artista en dos grandes capítulos, uno de los cuales se ceñirá a sus años de formación y el otro, a su etapa de madurez, siguiendo siempre un hilo cronológico. Para ello, ha contado con la colaboración de grandes instituciones, como el MoMA, el Metropolitan Museum de Nueva York, el Museum of Fine Arts de Boston o el Whitney Museum of American Art, que ha cedido 14 obras del legado de Josephine N. Hopper, esposa del pintor.
Edward Hopper (Nyack, 1882-Nueva York, 1967) logró una gran notoriedad en vida, a pesar de que tuvo que recorrer una larga travesía arrinconado en su oficio de ilustrador de prensa, una faceta anónima que le permitía vivir, pero que le restaba energías de su verdadera vocación: la pintura.
Aunque la mayoría de los motivos de sus obras se desarrollan en lugares públicos –hoteles, estaciones de ferrocarril, tabernas, gasolineras, etc.–, el artista transmite en el lienzo una intensa sensación de soledad y melancolía, como un fiel reflejo del drama del hombre moderno. Un sentimiento que se agrava con el uso tan contrastado que hace de la luz y las sombras en sus telas.Esta visión de la vida urbana moderna como vacía o sola es un tema común en la obra de Hopper.En estos
escenarios sitúa a personajes solitarios o incluso parejas o grupos cuyos integrantes parecen ajenos a los demás o incomunicados entre sí.
Una exposición altamente recomendable que sin duda no dejará a nadie indiferente.


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