El Tercer Totalitarismo (crítica desde la Cuarta Teoría Política)
En la ciencia política, el concepto de totalitarismo está implícito en las ideologías comunistas y fascistas que proclaman abiertamente la superioridad de la totalidad (la clase y la sociedad en el comunismo y el socialismo; el estado, en el fascismo; la raza en el nacional socialismo) sobre lo particular (individuo).
Se oponen a la ideología liberal que sitúa, por el contrario, lo particular (individuo) sobre el todo (como si esa totalidad no pudiera ser comprendida en cuanto tal no podía ser plenamente entendida como tal). El liberalismo combate por lo tanto el totalitarismo en general, incluyendo el del comunismo y el del fascismo. Pero, al hacerlo, el propio término “totalitarismo” muy revela su conexión con la ideología liberal – y ni los comunistas ni los fascistas estarían de acuerdo con el término. Por lo tanto, todos los que usan la palabra “totalitarismo” son liberales, independientemente de su conciencia al respecto.
A primera vista, la imagen es perfectamente clara y no deja lugar para la ambigüedad – el comunismo es el primer totalitarismo, el fascismo es el segundo. Y el liberalismo es su antítesis en cuanto tal, negando la totalidad y situando lo privado por encima de ella. Si nos detenemos aquí, reconoceremos que la era moderna ha desarrollado sólo dos ideologías totalitarias – el comunismo y el fascismo, con sus variaciones y matices. Pero el liberalismo, como teoría política que aparece antes que las otras y las sobrevive, no podría ser llamado totalitarismo. Por lo tanto, la expresión “tercer totalitarismo”, que sugiere una ampliación de la nomenclatura de las ideologías totalitarias, para incluir al liberalismo, no tiene sentido.
Pero el tema de la “tercer totalitarismo” bien puede surgir en el contexto de la sociología clásica francesa (escuela de Durkheim) y de la filosofía postmoderna. La sociología de Durkheim sostiene que los contenidos de la conciencia individual se forman en su totalidad sobre las bases de la conciencia colectiva. En otras palabras, la naturaleza totalitaria de cualquier sociedad, incluyendo una sociedad individualista y liberal, no se puede cancelar. Por lo tanto, el propio hecho de declarar al individuo como el valor más alto y la medida de todas las cosas (liberalismo) es en sí mismo una proyección de la sociedad, es decir, una forma de influencia totalitaria y de inducción ideológica. El individuo es un concepto social – sin la sociedad, el ser humano mismo no sabe si es o no es un individuo, y si el individualismo es o no es el más alto valor. El individuo aprende que él es un individuo, una persona particular, sólo en una sociedad en la que domina la ideología liberal, que realiza la función de medio ambiente en la operación. Así que aquello que niega la realidad social y afirma la individual también posee en sí mismo una naturaleza social. En consecuencia, el liberalismo es una ideología totalitaria que insiste, por métodos clásicos de propaganda totalitaria, en que el individuo es la instancia suprema.
Este es el comienzo de una crítica sociológica de la sociedad burguesa, no de una crítica social, sino desde una perspectiva sociológica, aunque normalmente en Francia y en Occidente el socialismo y la sociología se han aproximado hasta casi el punto de una total identificación (por ejemplo, al modo de Pieere Bordeau). En este sentido, el carácter totalitario del liberalismo se ha demostrado científicamente, y el término “tercer totalitarismo” adquiere lógica y coherencia, en lugar de ser una paradoja sorprendente. Desde entonces, aparece una serie de conceptos sociológicos, tales como “la muchedumbre solitaria” (la foule solitaire, David Riesman) y otros.
La sociedad liberal, oponiéndose a las sociedades de masas del socialismo y del fascismo, se convirtió en una sociedad masificada, estandarizada y estereotipada. Cuanto más aspira el ser humano a ser extraordinario en el contexto del paradigma liberal, tanto más se vuelve similar a todos los demás. Lo que el liberalismo trae consigo es precisamente la estereotipación y la uniformización del mundo, destruyendo la diversidad y la diferenciación.
Por otro lado, está la filosofía post-moderna. En el espíritu de la búsqueda de la inmanencia radical – característica de la modernidad – los posmodernistas plantean la cuestión de la figura del individuo. De acuerdo con su punto de vista, el individuo es un sinónimo del totalitarismo, pero transpuesto a nivel micro. El individuo es un micrototalitarismo que proyecta un aparato de supresión sobre el cual el totalitarismo normal es construido en los niveles individualista y subindividualista. En un espíritu freudiano, los posmodernistas, explicando la razón como herramienta de represión, desplazamiento y también proyección, la identifican con el estado totalitario, que reprime la libertad de los ciudadanos imponiendo sobre ellos su propia perspectiva. El individuo es, pues, un concepto, una proyección de obliteración y violencia de una sociedad totalitaria en sus niveles más bajos.
Los deseos y el poder creativo del individuo son constante obliterados. Por encima de todo, los posmodernos hacen la comparación con el totalitarismo social – el fascismo y el comunismo – a resultas de la estricta estructura jerárquica del individuo racional. Por lo tanto, el concepto de totalitarismo liberal como un “tercer totalitarismo” adquiere pleno sentido y se sitúa sobre en una base legítima.
Por lo tanto, el liberalismo es una ideología totalitaria y violenta, un medio para la represión política directa e indirecta, para la presión educativa y la propaganda feroz, que se autoproclama como no totalitaria, ocultando su propia naturaleza. Este es un hecho científico. El tercer totalitarismo es totalmente coherente con todas las perspectivas de su concepción política.
La Cuarta Teoría Política (CTP) acepta completamente esta idea, una vez que la misma permite comprender la imagen completa que unifica las tres teorías políticas clásicas de la modernidad – a) el liberalismo; b) el comunismo, y c) el nacionalismo (el fascismo). Todos ellas son totalitarias, aunque de manera diferente. Precisamente, en otro contexto, la CTP revela el carácter racista de las tres teorías: el racismo biológico de los nazis, el racismo de clase de Marx (el progresismo y el evolucionismo universales), y el racismo colonial y cultural-civilizacional de los liberales (que era explícito hasta mediados del siglo XX y después se volvió subliminal – ver “La concepción eurocéntrica de la política mundial” John Hobson). La CTP rechaza todo tipo de totalitarismo – comunista, fascista y liberales. El tercer totalitarismo hoy es el más peligroso, ya que es el dominante. Luchar contra él es una tarea fundamental.
La CTP propone una nueva comprensión tanto del todo como de sus partes, aparte de las tres ideologías políticas de la modernidad. Esta comprensión puede ser llamada un Mit-sein [Ser-con] existencial. Pero esta comprehensión existencial de la presencia (Dasein), no hay ningún átomo (partes, individuo), ni suma de individuos (totalitarismo). En la CTP, “ser-con” significa existir, constituir una presencia – una presencia viva dando la cara a la muerte. Estamos juntos sólo cuando nos enfrentamos con nuestra propia muerte. La muerte es siempre profundamente personal y, simultáneamente, es algo en común, algo que afecta a cada uno de nosotros. Por lo tanto, es necesario hablar no sobre el totalitarismo (una concepción mecánica conectando las partes y el todo), sino sobre un holismo existencial orgánico. Y su nombre es Pueblo. Dasein existiert völkisch [El Dasein existe a través del pueblo]. En clara oposición a un “tercer totalitarismo.” Por un Ser-para-la-muerte. Mit-sein. Nosotros somos el pueblo.
Fuente Alexander Dugin
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