De nuevo,
las palabras pronunciadas por Su Majestad el Rey durante la celebración
de la Pascua Militar han vuelto a reiterar los mismos y manidos
mensajes que, con el mismo motivo y año tras año, viene lanzando al
estamento castrense. En concreto, resaltar su cercanía con las Fuerzas
Armadas, de las que ostenta constitucionalmente el “mando supremo”;
mostrar su reconocimiento a los militares caídos en acto de servicio y
su solidaridad con las familias afectadas; destacar el cumplimiento del
deber en las misiones exteriores, siempre en condiciones difíciles, y,
por supuesto, enaltecer los principios y valores propios de la
Institución Militar: la profesionalidad y la eficacia, la humanidad, el
rigor, el valor y la disciplina…
Tras esta
escueta y obligada manifestación, y junto a dos referencias
circunstanciales a la labor de las Fuerzas Armadas en la lucha contra
los incendios forestales veraniegos y a la tardía concesión de la
Laureada Colectiva al Regimiento de Caballería Alcántara (dos temas sin
duda respetables pero no prioritarios en estos cruciales momentos), el
Rey se adentró en esta ocasión en el terreno de la “crisis económica”
como una “amenaza a la seguridad”, a nuestro entender extremadamente
errado. A pesar de que tenga su origen en la Directiva de Defensa
Nacional (DDN) que le fue presentada en el Consejo de Defensa Nacional
celebrado el pasado 31 de julio.
Más que
un “apunte” estrictamente castrense, lo afirmado por el Rey en este
sentido, no deja de ser un comprometido brindis a la política del
Gobierno, profundamente equivocada también en esta materia. Tras
recordar que la DDN reconoce la actual crisis económica como una amenaza
a la seguridad, Su Majestad precisó: “Por ello, resulta primordial
priorizar el esfuerzo para mantener las capacidades militares que
garanticen una disuasión verosímil en defensa de los intereses de
España…”.
Porque,
queriendo o sin querer (contemporizando de forma gratuita con la
política gubernamental o aceptando consejos desleales y desinformados),
lo que subyace obviamente en estas palabras regias, es una justificación
de la organización presupuestaria de la Defensa, que no se sostiene ni
por su filosofía (al servicio ante todo de intereses industriales
impropios) ni por sus aplicaciones (ajenas en gran medida a la estricta
necesidad de la defensa nacional), y de unos recortes y tijeretazos
extremos en materia logística y de personal que no se compadecen con el
despilfarro sostenido en otros ámbitos de la política. Por ejemplo, en
el de la obesidad y el gasto de las estructuras institucionales y el
sistema administrativo.
LEER+ LA CRISIS ECONÓMICA COMO “AMENAZA A LA SEGURIDAD”
No hay comentarios:
Publicar un comentario