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miércoles, 21 de noviembre de 2012

UN HOMBRE DE ESTADO



¿Quién es, qué es un hombre de Estado?
Podríamos definirlo primero por lo que no es para luego hacerlo por lo que es o debe ser. Un hombre de Estado no es un político al uso; no es un hombre vulgar que se dedica a la política; como tampoco es un ciudadano que tenga en la res pública su única forma de hacer carrera y, sin embargo, excluye todos losposibles medios para dar preferencia a esa que es su gran vocación, la política, como ciencia distinta a todas las demás. Un hombre de Estado es aquel ciudadano que se sabe y siente heredero de la cultura, de las tradiciones, de los valores, de los aciertos y errores, victorias y derrotas de su nación; heredero del pasado y el presente y responsable del futuro de una Historia hecha y escrita por ese pueblo al que pertenece; en definitiva, se siente miembro de una nación con su misión de destino. Por cierto, esta frase que ha dado pábulo a la ironía de muchos confirma con rotundidad la carencia de hombres de Estado en España en el transcurso de los últimos siglos.
Ya sabemos que ese tipo, los hombres de Estado, no se dan como los hongos en general sino, dentro de esta especie, como las trufas a las que hay que buscar casi con el candil de Diógenes.
De haber tenido una más abundante élite, cualidad que los define, su posición en la Historia universal actual seguiría siendo la de una de sus naciones-guía cuya misión está acotada por su obra más transcendental escrita en ella: la Hispanidad. He aquí el glorioso e inmenso contenido que da razón de ser a aquella frase que un día alguien con visión universal la definió como su misión de destino. Sólo los mentecatos y cortitos encefálicos, también los resentidos, por muchos títulos universitarios y masters que les cuelguen en sus paredes, pueden ignorar e ironizar sobre la ejecución más gloriosa y completa que da solidez e identidad a España como nación. Este destino solamente tendrá continuidad mientras en su cuna sigan naciendo esos hombres que por su visión completa y planetaria de la política son conocidos como hombres de Estado.
Por eso hoy la Hispanidad está en suspenso, en interregno, como hibernada, a la espera de tan singulares individuos capaces de portar en su mente y en su corazón todo el inmenso ser y obra de la secular nación española.
¿Hay por ahí, en estos momentos, un solo hombre de Estado? Hágase visible.

  Pedro Conde Soladana    http://www.agorahispanica.es/2011/09/18/un-nombre-de-estado/

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