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viernes, 19 de octubre de 2012

DESDE LA ESCASEZ A LA SACRALIZACIÓN DE LOS OLIGARCAS


Los recursos naturales y la tierra, durante este siglo XXI, están retomando el estatuto de factores de producción. Ambos adquieren valor en los cálculos económicos cuando el ser humano,  en la sobreabundancia, ve su valía derrumbarse. La explosión demográfica explica este fenómeno que desdeña lo humano. Las cifras de la población, aunque conocidas, no dejan de impactarnos: en 1800, la humanidad constaba de 1.000 millones de habitantes. En 1920, eran 2.000 millones; luego 3.000 en 1960; 4.000 en 1975; 5.000 en 1987; 6.000 en 2.000 y 7.000 en 2011, el año pasado. Si ninguna catástrofe ocurre (guerras generalizadas sin cuartel, epidemias por accidente o voluntarias) la población mundial se estabilizará en 2050 con 9.000 millones de habitantes. En este siglo, los otrora países desarrollados, en particular en Europa, van a desaparecer, con el cambio de población impulsado por la oligarquía globalitaria. Además la dogmática económica primitiva que sirve de guía a las organizaciones occidentales fracasará.  

1.- FIN DEL CONSENSO DE WASHINGTON
Se llama consenso de Washington a una colección de dogmas económicos que no se fundamentan en la naturaleza del mundo, ni en unos conocimientos bien documentados sino que solo sirven para justificar el poder de una oligarquía de parásitos, incrustados en las finanzas, los medios de comunicación, los negocios internacionales. Las mafias globalitarias imponen -cada vez que eso resulta posible- la destrucción de las reglas que conforman una sociedad específica, una reestructuración del sector bancario a favor de sus intereses y prácticas, una violación a las diversas maneras de vivir a través del sometimiento de los mercados por parte de las multinacionales, y un equilibrio del presupuesto estatal porque solo el soviet supremo anglosajón de las finanzas tiene derecho a crear el dinero.
Los países víctimas de la crisis que la globalización provoca, en general se prosternan ante la “verdad económica revelada” que los dioses de la globalización han proclamado, y ponen en marcha la máquina para destruir a su pueblo:
- Reestructuración del sistema financiero en contra de los autóctonos: cierre de sus bancos, fusiones con bancos anglosajones o bajo control del sistema occidental y creación de sociedades especiales para administrar las ganancias dudosas y hacer pagar todo eso a la población.
- Eliminación de los monopolios estatales que ofrecían demasiados servicios a la población; privatización de las empresas públicas para robar el capital acumulado; reformas contables según las obsesiones de la IFRS (1); responsabilidad de los administradores ante los accionistas. Con la privatización se propone una “pseudo-política de competencia” y un plan de gobernabilidad de los consorcios que siempre favorecen la entrada a las multinacionales y la compra de empresas locales, en particular la banca y el comercio.
- Liberalización del negocio y de los movimientos de capital. Se trata de abolir las políticas a favor de las exportaciones y de las que limitan las importaciones. Eso permite acapararse del sector de servicios de los mercados financieros.
-Fin de la política social. Entre el equilibrio del presupuesto estatal, el bloqueo de los sueldos y la liquidación de los derechos laborales  (llamada flexibilidad en el mercado del trabajo –reforma laboral-) la población pierde todo a favor de una casta de traficantes que reciben créditos para consolidar su hegemonía.
Sin embargo, este consenso con base en la predicación de las organizaciones internacionales, no permite ningún desarrollo, sino la extensión sin fin del horror occidental. De manera paradójica, la abundancia de mano de obra en una gran parte del mundo ha permitido nuevas formas de desarrollo, fuera de los rebuznos globalitarios, y, al mismo tiempo, les condena a lo largo del siglo. Los nuevos modelos de desarrollo - sin aplicación de las obsesiones de Washington - iniciaron en un mundo poblado con 4.000 - 5.000 mil millones de personas. Resulta disfuncional en un planeta con 8.000 mil millones.s, la dogmática económica primitiva que sirve de guía a las organizaciones occidentales fracasará.                                                                     

El occidente envejece cuando aparecen sociedades jóvenes. La oligarquía sabe que actualmente, una masa inmensa de mano de obra está a su disposición pero, con tal de que la competencia reine entre todos. Es fundamental evitar la organización de los jóvenes en modelos alternativos. No deben cooperar lejos de la verdad revelada occidental. Es así que el poder globalitario actual, como la anterior tiranía bolchevique, lleva a cabo, por todo el orbe, la misma política de destrucción masiva de cualquier forma de vida armoniosa. América Latina y México (3), no son olvidados en estas épocas de instalación de nuevos sátrapas al servicio de las oligarquías predadoras occidentalistas.
Al lado de la propaganda eructada por los medios de masas, la oligarquía y sus lacayos buscan colocarse al nivel de una mafia divina con un estatuto que los proteja de la llegada de nuevas élites. Ertin Brandon*                                                                                                                         
LEER+ http://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/geoestrategia/961-de-la-inversion-de-la-escasez-a-la-sacralizacion-de-los-oligarcas

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